DILEXI TE (y 5/5)
Exhortación ap. de León XIV (Resumen)
Sobre el amor hacia los pobres
CAPÍTULO QUINTO
UN DESAFÍO PERMANENTE
103. He decidido recordar esta bimilenaria historia de
atención eclesial a los pobres y con los pobres para mostrar que ésta forma
parte esencial del camino ininterrumpido de la Iglesia (…) La Iglesia, en cuanto Cuerpo de Cristo, siente como su
propia “carne” la vida de los pobres, que son parte privilegiada del pueblo que
va en camino.
104. El cristiano no puede considerar a los
pobres sólo como un problema social; estos son una “cuestión familiar”, son “de
los nuestros” (…) No podemos olvidar que el mismo Jesús lo propuso con su modo
de actuar y con sus palabras»
El buen samaritano de nuevo
105. La cultura dominante de los inicios de este milenio
instiga a abandonar a los pobres a su propio destino, a no juzgarlos dignos de
atención y mucho menos de aprecio. En la Encíclica Fratelli
tutti el Papa Francisco nos invitaba a reflexionar sobre la parábola del buen
samaritano (cf. Lc 10, 25-37), precisamente para profundizar en este
punto (…) “¿A
cuál de ellos te pareces? Nos hace falta reconocer la tentación que nos
circunda (…) Nos acostumbramos a mirar para el costado, a pasar de lado, a
ignorar las situaciones hasta que estas nos golpean directamente»”.
107. (…) como todos estamos
muy concentrados en nuestras propias necesidades, ver a alguien sufriendo nos
molesta, nos perturba (…) son síntomas de una sociedad enferma, porque busca
construirse de espaldas al dolor. Mejor no caer en esa miseria.
Un desafío ineludible para la Iglesia de
hoy
109. Si es verdad que los pobres son
sostenidos por quienes tienen medios económicos, también se puede afirmar con
certeza lo contrario. Esta es una sorprendente experiencia corroborada por la
misma tradición cristiana (…) volvemos a escuchar estas palabras de san
Gregorio Magno: «Nadie, pues, se cuente seguro diciendo: Ea, yo no robo lo
ajeno, sino que disfruto buenamente de los bienes que he recibido; porque este
rico no fue castigado precisamente por robar lo ajeno, sino porque malamente
reservó para sí solo los bienes que había recibido. También le llevó al
infierno esto: el no vivir temeroso en medio de su felicidad, el hacer servir a
su arrogancia los dones recibidos, el no tener entrañas de caridad».
110. Para nosotros cristianos, la cuestión
de los pobres conduce a lo esencial de nuestra fe. La opción preferencial por
los pobres, es decir, el amor de la Iglesia hacia ellos, como enseñaba san Juan Pablo II,
«es determinante y pertenece a su constante tradición
112. A veces se percibe en algunos
movimientos o grupos cristianos la carencia o incluso la ausencia del
compromiso por el bien común de la sociedad y, en particular, por la defensa y
la promoción de los más débiles y desfavorecidos. A este respecto, es necesario
recordar que la religión, especialmente la cristiana, no puede limitarse al
ámbito privado, como si los fieles no tuvieran que preocuparse también de los
problemas relativos a la sociedad civil y de los acontecimientos que afectan a
los ciudadanos.
Aún hoy, dar
115. Es bueno dedicar una última palabra a la limosna, que hoy no goza de buena fama, a menudo incluso entre los creyentes.

No hay comentarios:
Publicar un comentario