Encíclica de Francisco, 24-X-2024
Resumen C
IV.
AMOR QUE DA DE BEBER
95. El anuncio de la llegada del tiempo mesiánico se presentaba como una fuente abierta para el pueblo (…) «Aquel día, habrá una fuente abierta para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, a fin de lavar el pecado y la impureza» (Zc 12, 10; 13, 1).
100. El profeta Oseas llega a hablar del corazón de Dios, ese que «los atraía con lazos humanos, con ataduras de amor» (Os 11, 4).
101. En el Corazón traspasado de Cristo se concentran escritas en carne todas las expresiones de amor de las Escrituras (…) enseñaba san Juan Pablo II (…) «desde el principio la Iglesia ha dirigido su mirada al Corazón de Cristo traspasado en la cruz».
Resonancias de la Palabra en la Historia
102. (…) Varios Padres de la Iglesia, sobre todo del Asia Menor, mencionaban la herida del costado de Jesús como el origen del agua del Espíritu (…) el Espíritu que recibimos no nos aleja del Señor resucitado sino que nos llena de él, porque bebiendo del Espíritu bebemos al mismo Cristo.
103. San Agustín abrió el camino a la devoción al Sagrado Corazón como lugar de encuentro personal con el Señor.
104. San Bernardo retomó el simbolismo del costado traspasado del Señor entendiéndolo explícitamente como revelación y donación del amor de su Corazón.
105. Esto reaparece de modo especial en Guillermo de Saint-Thierry quien invitaba a entrar en el Corazón de Jesús, que nos alimenta en su propio pecho.
106. San Buenaventura une las dos líneas espirituales en torno al Corazón de Cristo: al mismo tiempo que lo presenta como la fuente de los sacramentos y de la gracia, propone que esta contemplación se convierta en una relación de amigos, en un encuentro personal de amor.
La difusión de la devoción al Corazón de Cristo
110. Varias santas mujeres han narrado experiencias de su encuentro con Cristo, caracterizado por el reposo en el Corazón del Señor, fuente de vida y de paz interior. Así sucedió a santa Lutgarda, a santa Matilde de Hackeborn, a santa Ángela de Foligno, a Juliana de Norwich, entre otras. Santa Gertrudis de Helfta, religiosa cisterciense.
111. Los monjes cartujos, alentados sobre todo por Ludolfo de Sajonia, encontraron en la devoción al Sagrado Corazón un camino para llenar de afecto y cercanía su relación con Jesucristo.
113. De particular interés fue la iniciativa de san Juan Eudes quien logró que el señor obispo aprobara en aquella Diócesis la celebración de la fiesta del Corazón adorable de Nuestro Señor Jesucristo. Esta fue la primera vez que en la Iglesia se autorizó esta fiesta oficialmente. Después, los obispos de Coutances, de Evreux, de Bayeux, de Lisieux, de Ruan, autorizaron para sus Diócesis respectivas la misma fiesta entre los años 1670 y 1671»
San Francisco de Sales
114. (…) Se advierte en el pensamiento de este santo doctor cómo, frente a una moral rigorista o a una religiosidad del mero cumplimiento, el Corazón de Cristo se le presentaba como un llamado a la plena confianza en la acción misteriosa de su gracia.
117. Pero, fiel a su enseñanza sobre la santificación en la vida ordinaria, propone que esto sea vivido en medio de las actividades, las tareas y las obligaciones de la vida cotidiana
Una nueva declaración de amor
119. (…) Santa Margarita María Alacoque narró importantes apariciones entre finales de diciembre de 1673 y junio de 1675. Lo fundamental es una declaración de amor
121. (…) el núcleo del mensaje que se nos transmite (…) puede resumirse en aquellas palabras que santa Margarita escuchó: «He ahí este Corazón, que ha amado tanto a los hombres, que nada ha perdonado hasta agotarse y consumirse para demostrarles su amor».
San Claudio de La Colombière
125. Cuando san Claudio de La Colombière conoció las experiencias de santa Margarita, inmediatamente se convirtió en su defensor y divulgador.
126. (…) san Claudio evidencia que la contemplación del Corazón de Cristo, si es auténtica, no provoca una complacencia en uno mismo o una vanagloria en experiencias o en esfuerzos humanos, sino un indescriptible abandono en Cristo que llena la vida de paz, de seguridad, de decisión.
San Carlos de Foucauld y santa Teresa del Niño Jesús
129. San Carlos de Foucauld y santa Teresa del Niño Jesús, sin pretenderlo, han reconfigurado algunos elementos de la devoción al Corazón de Cristo, ayudándonos a entenderla de un modo todavía más fiel al Evangelio.
Resonancias en la Compañía de Jesús
144. (…) Ignacio le propone entrar en el Corazón de Cristo
La devoción del consuelo
151. La herida del costado, de donde brota el agua viva, sigue abierta en el Resucitado. Esa gran herida producida por la lanza, y las llagas de la corona de espinas que suelen aparecer en las representaciones del Sagrado Corazón, son inseparables de esta devoción.
Con Él en la Cruz
Las razones del
corazón
La compunción
Consolados para consolar
CONCLUSIÓN
217. Lo expresado en este documento nos permite descubrir que lo escrito en las encíclicas sociales Laudato si y Fratelli tutti no es ajeno a nuestro encuentro con el amor de Jesucristo, ya que bebiendo de ese amor nos volvemos capaces de tejer lazos fraternos, de reconocer la dignidad de cada ser humano y de cuidar juntos nuestra casa común.
219. La Iglesia
también lo necesita, para no reemplazar el amor de Cristo con estructuras
caducas, obsesiones de otros tiempos, adoración de la propia mentalidad,
fanatismos de todo tipo que terminan ocupando el lugar de ese amor gratuito de
Dios que libera, vivifica, alegra el corazón y alimenta las comunidades. De la
herida del costado de Cristo sigue brotando ese río que jamás se agota, que no
pasa, que se ofrece una y otra vez para quien quiera amar. Sólo su amor hará
posible una humanidad nueva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario