miércoles, 30 de octubre de 2024

Dilexit nos (4/4)

                                         Encíclica de Francisco, 24-X-2024

Resumen D 

V.

AMOR POR AMOR

 

Un lamento y un pedido

 

165. A partir de la segunda gran manifestación a santa Margarita, Jesús expresa el dolor porque su gran amor a los hombres no recibe a cambio «por procurar su bien, sino frialdad y repulsas […] ingratitudes y desprecios. 

166. Jesús habla de su sed de ser amado (…) esta sed me consume; y no hallo nadie que se esfuerce, según mi deseo, en apagármela, correspondiendo de alguna manera a mi amor. 

Prolongar su amor en los hermanos

 

167. Necesitamos volver a la Palabra de Dios para reconocer que la mejor respuesta al amor de su Corazón es el amor a los hermanos, no hay mayor gesto que podamos ofrecerle para devolver amor por amor. 

168. El amor a los hermanos no se fabrica, no es resultado de nuestro esfuerzo natural, sino que requiere una transformación de nuestro corazón egoísta. 

169. Es bueno recordar que en el Imperio romano muchas personas pobres, forasteros y tantos otros descartados, encontraban en los cristianos respeto, cariño y cuidado. Esto explica el razonamiento del Emperador apóstata Juliano (…) los odiados cristianos «alimentan a los suyos, y además a los nuestros». 

Algunas resonancias en la Historia de la espiritualidad

 

172. Esta unión entre la devoción al Corazón de Jesús y el compromiso con los hermanos atraviesa la Historia de la espiritualidad cristiana.

 

La reparación: construir sobre las ruinas

 

181. (…) el sentido que debemos dar a la “reparación” que se ofrece al Corazón de Cristo (…) Se ha discutido mucho al respecto pero san Juan Pablo II ha ofrecido una respuesta clara en mayor sintonía con el Evangelio. 

182. San Juan Pablo II explicó que (…) ciertamente implica que seamos capaces de unir el amor filial hacia Dios con el amor al prójimo. 

184. (…) la reparación evangélica posee este fuerte sentido social (…) para construir la civilización del amor. 

190. Un corazón capaz de compungirse puede crecer en la fraternidad y la solidaridad (…) que genera la compunción al mismo tiempo hace posible la reconciliación. La persona que es capaz de compungirse, en vez de enfadarse o escandalizarse por el mal que cometen los hermanos, llora por sus pecados. No se escandaliza (…) y, por gracia de Dios, uno se vuelve severo consigo mismo y misericordioso con los demás. 

La reparación: una prolongación para el Corazón de Cristo 

194. (…) Puesto que el Señor, que todo lo puede, en su divina libertad ha querido necesitar de nosotros, la reparación se entiende como liberar los obstáculos que ponemos a la expansión del amor de Cristo en el mundo, con nuestras faltas de confianza, gratitud y entrega.

La ofrenda al Amor 

198. (…) ofrenda, no a la justicia divina, sino al Amor misericordioso. 

Integridad y armonía 

202. (…) la humildad del Corazón de Cristo (…) nos indica el camino del abajamiento. 

203. (…) es importante advertir distintos aspectos inseparables, porque esas acciones de amor al prójimo, con todas las renuncias, negaciones de uno mismo, sufrimientos y cansancios que impliquen, cumplen esta función cuando están alimentadas por la caridad del mismo Cristo.

Enamorar al mundo 

205. La propuesta cristiana es atractiva cuando se la puede vivir y manifestar (…) no como un simple refugio en sentimientos religiosos o en cultos fastuosos (…) ¿Acaso podrá agradar al Corazón que tanto amó que nos quedemos en una experiencia religiosa íntima, sin consecuencias fraternas y sociales? 

206. San Juan Pablo II, además de hablar de la dimensión social de la devoción al Corazón de Cristo, se refirió a la reparación, que es cooperación apostólica a la salvación del mundo. 

211. Cristo te pide que, sin descuidar la prudencia y el respeto, no tengas vergüenza de reconocer tu amistad con Él. Te pide que te atrevas a contar a los otros que te hace bien haberlo encontrado. 

En comunión de servicio 

213. Es un amor que se vuelve servicio comunitario (…) Jesús lo dijo con gran claridad: «Cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo» (Mt 25, 40). Él te propone que lo encuentres también allí, en cada hermano y en cada hermana, especialmente en los más pobres, despreciados y abandonados de la sociedad.

214. Por lo tanto, si nos dedicamos a ayudar a alguien eso no significa que nos olvidemos de Jesús. 

216. De alguna manera tienes que ser misionero, como lo fueron los apóstoles de Jesús y los primeros discípulos, que salieron a anunciar el amor de Dios, salieron a contar que Cristo está vivo y que vale la pena conocerlo. 

CONCLUSIÓN

 

217. Lo expresado en este documento nos permite descubrir que lo escrito en las encíclicas sociales Laudato si’y Fratelli tutti no es ajeno a nuestro encuentro con el amor de Jesucristo, ya que bebiendo de ese amor nos volvemos capaces de tejer lazos fraternos, de reconocer la dignidad de cada ser humano y de cuidar juntos nuestra casa común. 

219. La Iglesia también lo necesita, para no reemplazar el amor de Cristo con estructuras caducas, obsesiones de otros tiempos, adoración de la propia mentalidad, fanatismos de todo tipo que terminan ocupando el lugar de ese amor gratuito de Dios que libera, vivifica, alegra el corazón y alimenta las comunidades. De la herida del costado de Cristo sigue brotando ese río que jamás se agota, que no pasa, que se ofrece una y otra vez para quien quiera amar. Sólo su amor hará posible una humanidad nueva.

No hay comentarios:

Publicar un comentario