Con amor,
celo y alegría
Exh
ap Evangelii nuntiandi, Pablo VI (8-XII-1975)
1.
(…) el deber de confirmar a los
hermanos, que hemos recibido del Señor al confiársenos la misión del Sucesor de
Pedro (…) trata de alentar a nuestros hermanos en su tarea de evangelizadores,
a fin de que en estos tiempos de incertidumbre y malestar la cumplan con
creciente amor, celo y alegría.
2. (…) al final del Año Santo
(…) en este décimo aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II (…)
hacer a la Iglesia del siglo XX cada vez más apta para anunciar el Evangelio a
la humanidad del siglo XX.
6.
(…) Proclamar de ciudad en ciudad,
sobre todo a los más pobres, con frecuencia los más dispuestos, el gozoso
anuncio del cumplimiento de las promesas y de la Alianza propuestas por Dios,
tal es la misión para la que Jesús se declara enviado por el Padre; todos los
aspectos de su Misterio (…) forman parte de su actividad evangelizadora.
13. (…) La orden dada a los Doce:
"Id y proclamad la Buena Nueva", vale también, aunque de
manera diversa, para todos los cristianos. Por esto Pedro los define "pueblo adquirido para pregonar las
excelencias del que os llamó de la tinieblas a su luz admirable" (1Pt
2, 9).
15. (…) La Iglesia (…) Nacida, por
consiguiente, de la misión de Jesucristo, la Iglesia es a su vez enviada por
El. La Iglesia permanece en el mundo hasta que el Señor de la gloria vuelva al
Padre (…) Evangelizadora, la Iglesia comienza por evangelizarse
a sí misma (…) siempre tiene necesidad de ser evangelizada, si quiere conservar
su frescor, su impulso y su fuerza para anunciar el Evangelio.
18. Evangelizar significa para la Iglesia llevar la Buena
Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar
desde dentro, renovar a la misma humanidad (…) convertir al mismo tiempo la
conciencia personal y colectiva de los hombres, la actividad en la que ellos
están comprometidos, su vida y ambiente concretos.
20. (…) El Evangelio y, por consiguiente, la evangelización no se identifican
ciertamente con la cultura y son independientes con respecto a todas las
culturas. Sin embargo, el reino que anuncia el Evangelio es vivido por hombres
profundamente vinculados a una cultura, y la construcción del reino no puede
por menos de tomar los elementos de la cultura y de las culturas humanas.
25. En el mensaje que anuncia la Iglesia hay ciertamente
muchos elementos secundarios, cuya presentación depende en gran parte de los
cambios de circunstancias. Tales elementos cambian también. Pero hay un
contenido esencial, una substancia viva, que no se puede modificar ni pasar por
alto sin desnaturalizar gravemente la evangelización misma.
31. Entre evangelización y promoción humana (desarrollo,
liberación) existen efectivamente lazos muy fuertes. Vínculos de orden
antropológico (…) de orden teológico (…) de orden eminentemente evangélico como
es el de la caridad
33. Acerca de la liberación que la
evangelización anuncia y se esfuerza por poner en práctica (…) no puede
reducirse a la simple y estrecha dimensión económica, política, social o
cultural, sino que debe abarcar al hombre entero, en todas sus dimensiones,
incluida su apertura al Absoluto, que es Dios;
34. Por eso, al predicar la
liberación y al asociarse a aquellos que actúan y sufren por ella, la Iglesia
no admite el circunscribir su misión al solo terreno religioso,
desinteresándose de los problemas temporales del hombre; sino que reafirma la
primacía de su vocación espiritual, rechaza la substitución del anuncio del
reino por la proclamación de las liberaciones humanas, y proclama también que
su contribución a la liberación no sería completa si descuidara anunciar la
salvación en Jesucristo.
41. Ante todo (…) hay que subrayar esto: para la Iglesia el
primer medio de evangelización consiste en un testimonio de vida auténticamente
cristiana (…) Será sobre todo mediante su conducta, mediante su vida, como la
Iglesia evangelizará al mundo.
49. Las últimas palabras de Jesús en el Evangelio de Marcos
confieren a la evangelización, que el Señor confía a los Apóstoles, una
universalidad sin fronteras: "Id por todo el mundo y predicad el Evangelio
a toda criatura" (Mc 16, 15).
50. (…) ¡A todo el mundo! ¡A toda criatura! ¡Hasta los
confines de la tierra! Lo ha hecho nuevamente en el Sínodo, como una llamada a
no encadenar el anuncio evangélico limitándolo a un sector de la humanidad o a
una clase de hombres o a un solo tipo de cultura.
70. Los seglares, cuya vocación
específica los coloca en el corazón del mundo y a la guía de las más variadas tareas
temporales (…) Su tarea primera e inmediata no es la institución y el
desarrollo de la comunidad eclesial —esa es la función específica de los
Pastores—, sino el poner en práctica todas las posibilidades cristianas y
evangélicas escondidas, pero a su vez ya presentes y activas en las cosas del
mundo. El campo propio de su actividad evangelizadora, es el mundo vasto y
complejo de la política, de lo social, de la economía, y también de la cultura,
de las ciencias y de las artes, de la vida internacional, de los medios de
comunicación de masas, así como otras realidades abiertas a la evangelización
como el amor, la familia, la educación de los niños y jóvenes, el trabajo
profesional, el sufrimiento, etc.
82. Estos son los deseos que nos complacemos en depositar en
las manos y en el corazón de la Santísima Virgen, la Inmaculada, en este día
especialmente dedicado a Ella y en el X aniversario de la clausura del Concilio
Vaticano II. En la mañana de Pentecostés, Ella presidió con su oración el
comienzo de la evangelización bajo el influjo del Espíritu Santo. Sea Ella la
estrella de la evangelización siempre renovada que la Iglesia, dócil al mandato
del Señor, debe promover y realizar, sobre todo en estos tiempos difíciles y
llenos de esperanza.
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