CARTA
DEL PAPA
El
domingo de Resurrección 12 de abril de 2020 el Papa envía una carta a todos los
movimientos populares del mundo ante la actual crisis de la pandemia del
coronavirus (covid-19) que extendida por los cinco continentes, ha dejado un
reguero de varios cientos de miles de fallecid@s y, sobre todo, en el sudeste
asiático y en África producirá como efecto secundario la muerte por hambre de
varios millones.
Se dirige a los trabajadores pobres
que “han sido excluidos de los beneficios
de la globalización” pero no de sus perjuicios: “los males que aquejan a todos, a ustedes los golpean doblemente”;
les anima a seguir en la lucha por las 3T: tierra, techo y trabajo; y les
invita a pensar con él “en el proyecto de
desarrollo humano integral que anhelamos” para el después de la crisis.
Los movimientos populares “son un verdadero ejército invisible que pelea en las más peligrosas
trincheras (…) sin más arma que la solidaridad, la esperanza y el sentido de la comunidad que reverdece en estos días en los que
nadie se salva solo”, construyendo poesía social “desde las periferias olvidadas crean soluciones dignas”, con apenas
recursos y donde no llega “las soluciones
del mercado y escasea la presencia protectora del Estado”, subraya
Francisco.
En la carta, Francisco tiene un recuerdo y reconocimiento
especial de “las mujeres, que multiplican
el pan en los comedores comunitarios cocinando” con escaso material “para cientos de niños”; de los enfermos
y a los ancianos, tantas veces olvidados en esta sociedad enferma de soledad;
de campesinos y agricultores familiares “que
siguen labrando para producir alimentos” cuidando la casa común y
atendiendo las necesidades del pueblo humilde y trabajador.
Ante esta realidad de desprotección, el Papa Francisco
considera que es “tiempo de pensar en un salario universal” que dignifique las “nobles e insustituibles tareas que realizan”
y haga realidad “esa consigna tan humana
y tan cristiana: ningún trabajador sin derechos”.
Un pueblo humilde y trabajador al que “nuestro
Padre Celestial los mira, los valora, los reconoce y fortalece en su opción”.
“Espero que este
momento de peligro nos saque del piloto automático, sacuda nuestras conciencias
dormidas y permita una conversión humanista y ecológica que
termine con la idolatría del dinero y ponga la dignidad y la vida en el centro.
Nuestra civilización, tan competitiva e individualista, con sus ritmos
frenéticos de producción y consumo, sus lujos excesivos y ganancias desmedidas
para pocos, necesita dar un cambio, repensarse, regenerarse”.
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