Mensaje del Papa Francisco
«En nombre de Cristo os pedimos que
os reconciliéis con Dios» (2Co 5, 20)
Queridos hermanos y hermanas:
1. El Misterio
pascual, fundamento de la conversión
(…) en esta Cuaresma 2020 quisiera
dirigir a todos y cada uno de los cristianos lo que ya escribí a los jóvenes en
la Exhortación apostólica Christus vivit: «Mira los brazos abiertos de Cristo
crucificado, déjate salvar una y otra vez. Y cuando te acerques a confesar tus
pecados, cree firmemente en su misericordia que te libera de la culpa.
Contempla su sangre derramada con tanto cariño y déjate purificar por ella. Así
podrás renacer, una y otra vez» (n. 123). La Pascua de Jesús no es un
acontecimiento del pasado: por el poder del Espíritu Santo es siempre actual y
nos permite mirar y tocar con fe la carne de Cristo en tantas personas que
sufren.
2. Urgencia de conversión
Es saludable
contemplar más a fondo el Misterio pascual, por el que hemos recibido la
misericordia de Dios. La experiencia de la misericordia, efectivamente, es
posible sólo en un «cara a cara» con el Señor crucificado y resucitado «que me
amó y se entregó por mí» (Ga 2,20). Un diálogo de corazón a corazón, de amigo a
amigo. Por eso la oración es tan importante en el tiempo cuaresmal.
(…) No dejemos pasar en vano este
tiempo de gracia, con la ilusión presuntuosa de que somos nosotros los que
decidimos el tiempo y el modo de nuestra conversión a Él.
3. La apasionada voluntad de Dios de
dialogar con sus hijos
Esta nueva
oportunidad debería suscitar en nosotros un sentido de reconocimiento y sacudir
nuestra modorra (…) este espacio que se nos ofrece para un cambio de rumbo
manifiesta la voluntad tenaz de Dios de no interrumpir el diálogo de salvación
con nosotros.
4. Una riqueza para compartir, no
para acumular sólo para sí mismo
Poner el Misterio pascual en el
centro de la vida significa sentir compasión por las llagas de Cristo
crucificado presentes en las numerosas víctimas inocentes de las guerras, de
los abusos contra la vida tanto del no nacido como del anciano, de las
múltiples formas de violencia, de los desastres medioambientales, de la
distribución injusta de los bienes de la tierra, de la trata de personas en
todas sus formas y de la sed desenfrenada de ganancias, que es una forma de
idolatría.
(…) Hoy sigue
siendo importante recordar a los hombres y mujeres de buena voluntad que deben
compartir sus bienes con los más necesitados mediante la limosna, como forma de
participación personal en la construcción de un mundo más justo (…) Podemos y
debemos ir incluso más allá, considerando las dimensiones estructurales de la
economía.
(…) la política
es una forma eminente de caridad (cf. PÍO XI, Discurso a la FUCI, 18 diciembre
1927). También lo será el ocuparse de la economía con este mismo espíritu
evangélico, que es el espíritu de las Bienaventuranzas.
Invoco la intercesión de la
Bienaventurada Virgen María sobre la próxima Cuaresma, para que escuchemos el
llamado a dejarnos reconciliar con Dios, fijemos la mirada del corazón en el
Misterio pascual y nos convirtamos a un diálogo abierto y sincero con el Señor.
De este modo podremos ser lo que Cristo dice de sus discípulos: sal de la
tierra y luz del mundo (cf. Mt 5, 13-14).
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