“Signo
admirable” (Admirabile
signum)
Carta
apostólica del
Papa Francisco sobre el significado del pesebre, firmada
(1-XII-2019)
en Greccio (Umbría, Italia), lugar del primer pesebre, inventado
por san
Francisco de Asís, en 1223.
1.
El hermoso signo del pesebre, tan estimado por el pueblo cristiano,
causa siempre asombro y admiración. La representación del
acontecimiento del nacimiento de Jesús equivale a anunciar el
misterio de la encarnación del Hijo de Dios con sencillez y alegría.
El belén, en efecto, es como un Evangelio vivo.
3.
San Francisco realizó una gran obra de evangelización con la
simplicidad de aquel signo. Su enseñanza ha penetrado en los
corazones de los cristianos y permanece hasta nuestros días como un
modo genuino de representar con sencillez la belleza de nuestra fe.
(…)
De
modo particular, el pesebre es desde su origen franciscano una
invitación a “sentir”, a “tocar” la pobreza que el Hijo de
Dios eligió para sí mismo en su encarnación. Y así, es
implícitamente una llamada a seguirlo en el camino de la humildad,
de la pobreza, del despojo, que desde la gruta de Belén conduce
hasta la Cruz. Es una llamada a encontrarlo y servirlo con
misericordia en los hermanos y hermanas más necesitados (cf. Mt
25,31-46).
5.
(…) mientras
colocamos en el belén las montañas, los riachuelos, las ovejas y
los pastores (…)
recordamos,
como lo habían anunciado los profetas, que toda la creación
participa en la fiesta de la venida del Mesías. Los ángeles y la
estrella son la señal de que también nosotros estamos llamados a
ponernos en camino para llegar a la gruta y adorar al Señor.
8.
(…) El
modo de actuar de Dios casi aturde, porque parece imposible que Él
renuncie a su gloria para hacerse hombre como nosotros. Qué sorpresa
ver a Dios que asume nuestros propios comportamientos: duerme, toma
la leche de su madre, llora y juega como todos los niños. Como
siempre, Dios desconcierta, es impredecible, continuamente va más
allá de nuestros esquemas.
9.
(…) Los
Magos enseñan que se puede comenzar desde muy lejos para llegar a
Cristo.
10.
(…) No
es importante cómo se prepara el pesebre, puede ser siempre igual o
modificarse cada año; lo que cuenta es que este hable
a nuestra vida. En cualquier lugar y de cualquier manera, el belén
habla del amor de Dios, el Dios que se ha hecho niño para decirnos
lo cerca que está de todo ser humano, cualquiera que sea su
condición.
(…)
El
belén (…)
nos
educa a contemplar a Jesús, a sentir el amor de Dios por nosotros, a
sentir y creer que Dios está con nosotros y que nosotros estamos con
Él, todos hijos y hermanos gracias a aquel Niño Hijo de Dios y de
la Virgen María.
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