miércoles, 3 de abril de 2019

CHRISTUS VIVIT (2/3)

Exhortación apostólica postsinodal a los jóvenes
y a todo el Pueblo de Dios
Francisco, 25 marzo 2019 
 Resumen literal cap IV-VI



Capítulo cuarto
El gran anuncio para todos los jóvenes

112. Ante todo quiero decirle a cada uno la primera verdad: “Dios te ama” (…) Nunca lo dudes, más allá de lo que te suceda en la vida. En cualquier circunstancia, eres infinitamente amado.

114. (…) A veces se presenta cargado del amor de esas madres que quieren sinceramente a sus hijos (…) «¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin enternecerse con el hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvidara, yo no te olvidaré» (Is 49, 15).

115. Para Él realmente eres valioso, no eres insignificante, le importas, porque eres obra de sus manos. Por eso te presta atención .

119. (…) Cristo (...) nos salvó en la Cruz de nuestros pecados (…) Mira su Cruz, aférrate a Él (…) Nadie podrá quitarnos la dignidad que nos otorga este amor infinito e inquebrantable.

121. Su perdón y su salvación no son algo que hemos comprado o que tengamos que adquirir con nuestras obras o con nuestros esfuerzos. Él nos perdona y nos libera gratis. 

124. (…) ¡Él vive! Hay que volver a recordarlo con frecuencia porque corremos el riesgo de tomar a Jesucristo sólo como un buen ejemplo del pasado, como un recuerdo, como alguien que nos salvó hace dos mil años.

127. Si Él vive eso es una garantía de que el bien puede hacerse camino en nuestra vida y de que nuestros cansancios servirán para algo. Entonces podemos abandonar los lamentos y mirar para adelante porque con Él siempre se puede.

130. (…) Donde están el Padre y Jesucristo, también está el Espíritu Santo. Es Él quien está detrás, es Él quien prepara y abre los corazones (...) es Él quien te ayudará (…) te hace entrar cada vez más en el corazón de Cristo para que te llenes siempre más de su amor, de su luz y de su fuerza.
131. Invoca cada día al Espíritu Santo.

Capítulo quinto
Caminos de juventud

134. (...) la juventud, más que un orgullo, es un regalo de Dios (…) un don que podemos malgastar inútilmente, o bien podemos recibirlo agradecidos y vivirlo con plenitud.

139. (…) Un joven es una promesa de vida que lleva incorporado un cierto grado de tenacidad; tiene la suficiente locura para poderse autoengañar y la suficiente capacidad para poder curarse de la desilusión que pueda derivar de ello.

143. Jóvenes (…) no observen la vida desde un balcón. No confundan la felicidad con un diván ni vivan toda su vida detrás de una pantalla. Tampoco se conviertan en el triste espectáculo de un vehículo abandonado. 

148. (…) Mientras luchas para dar forma a tus sueños, vive plenamente el hoy, entrégalo todo y llena de amor cada momento.

153. Es tan importante la amistad que Jesús mismo se presenta como amigo (...) Por la gracia que Él nos regala (...) somos realmente amigos suyos.
154. La amistad con Jesús es inquebrantable. Él nunca se va aunque a veces parece que hace silencio (…) Él jamás rompe una alianza.

158. (…) Así como te preocupa no perder la conexión a Internet, cuida que esté activa tu conexión con el Señor, y eso significa no cortar el diálogo, escucharlo, contarle tus cosas, y cuando no sepas con claridad qué tendrías que hacer, preguntarle: «Jesús, ¿qué harías tú en mi lugar?

162. Pero te recuerdo que no serás santo y pleno copiando a otros. Ni siquiera imitar a los santos significa copiar su forma de ser y de vivir la santidad (…) Tú tienes que descubrir quién eres y desarrollar tu forma propia de ser santo, más allá de lo que digan y opinen los demás. Llegar a ser santo es llegar a ser más plenamente tú mismo, a ser ese que Dios quiso soñar y crear, no una fotocopia.

168. Es verdad que a veces, frente a un mundo tan lleno de violencia y egoísmo, los jóvenes pueden correr el riesgo de encerrarse en pequeños grupos, y así privarse de los desafíos de la vida en sociedad, de un mundo amplio, desafiante y necesitado. Sienten que viven el amor fraterno, pero quizás su grupo se convirtió en una mera prolongación de su yo. Esto se agrava si la vocación del laico se concibe sólo como un servicio dentro de la Iglesia (lectores, acólitos, catequistas, etc.), olvidando que la vocación laical es ante todo la caridad en la familia, la caridad social y la caridad política: es un compromiso concreto desde la fe para la construcción de una sociedad nueva, es vivir en medio del mundo y de la sociedad para evangelizar sus diversas instancias, para hacer crecer la paz, la convivencia, la justicia, los derechos humanos, la misericordia, y así extender el Reino de Dios en el mundo.

175. Enamorados de Cristo, los jóvenes están llamados a dar testimonio del Evangelio en todas partes, con su propia vida.

177. (…) No hay fronteras, no hay límites: nos envía a todos. El Evangelio no es para algunos sino para todos (…) No tengan miedo de ir y llevar a Cristo a cualquier ambiente, hasta las periferias existenciales (…) ir sin miedo con el anuncio misionero, allí donde nos encontremos y con quien estemos, en el barrio, en el estudio, en el deporte, en las salidas con los amigos, en el voluntariado o en el trabajo.

Capítulo sexto
Jóvenes con raíces

180. Esta no es una cuestión secundaria (…) Comprender esto permite distinguir la alegría de la juventud de un falso culto a la juventud que algunos utilizan para seducir a los jóvenes y utilizarlos para sus fines.

187. (…) los jóvenes (…) a veces suelen prestar poca atención a la memoria del pasado del que provienen, en particular a los numerosos dones que les han transmitido sus padres y abuelos, al bagaje cultural de la sociedad en la que viven.

190. Esto no significa que tengas que estar de acuerdo con todo lo que ellos dicen, ni que debas aprobar todas sus acciones. Un joven siempre debería tener un espíritu crítico.

199. Si caminamos juntos, jóvenes y ancianos, podremos estar bien arraigados en el presente, y desde aquí frecuentar el pasado y el futuro: frecuentar el pasado, para aprender de la historia y para sanar las heridas que a veces nos condicionan; frecuentar el futuro, para alimentar el entusiasmo, hacer germinar sueños, suscitar profecías, hacer florecer esperanzas.

200. Las raíces no son anclas que nos atan a otras épocas y nos impiden encarnarnos en el mundo actual para hacer nacer algo nuevo. Son, por el contrario, un punto de arraigo que nos permite desarrollarnos y responder a los nuevos desafíos.

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