CAPÍTULO QUINTO
COMBATE, VIGILANCIA Y
DISCERNIMIENTO
DE LA EXHORTACIÓN APOSTÓLICA “GAUDETE ET EXSULTATE”
SOBRE AL LLAMADA A LA SANTIDAD
EN EL MUNDO ACTUAL
19 de marzo, Solemnidad de San José,
del año 2018.
158. La vida cristiana es un combate permanente. Se
requieren fuerza y valentía para resistir las tentaciones del diablo y anunciar
el Evangelio. Esta lucha es muy bella, porque nos permite celebrar cada vez que
el Señor vence en nuestra vida.
El combate y la vigilancia
159. No se trata solo de un combate contra el mundo y
la mentalidad mundana, que nos engaña, nos atonta y nos vuelve mediocres sin
compromiso y sin gozo. Tampoco se reduce a una lucha contra la propia
fragilidad y las propias inclinaciones (cada uno tiene la suya: la pereza, la
lujuria, la envidia, los celos, y demás). Es también una lucha constante contra
el diablo, que es el príncipe del mal. Jesús mismo (…) celebraba: «Estaba
viendo a Satanás caer del cielo como un rayo» (Lc 10, 18).
Algo más que un mito
160. No aceptaremos la existencia del diablo si nos
empeñamos en mirar la vida solo con criterios empíricos y sin sentido sobrenatural
(…) Su presencia está en la primera página de las Escrituras, que acaban con la
victoria de Dios sobre el demonio (Cf. Homilía 11 octubre 2013).
De hecho, cuando Jesús nos dejó el Padrenuestro quiso
que termináramos pidiendo al Padre que nos libere del Malo. La expresión
utilizada allí no se refiere al mal en abstracto y su traducción más precisa es
«el Malo». Indica un ser personal que nos acosa.
161. Entonces, no pensemos que es un mito, una
representación, un símbolo, una figura o una idea (Cf. B. Pablo VI, Catequesis (15 noviembre 1972) (…) «como león
rugiente, ronda buscando a quien devorar» (1P 5, 8).
Despiertos y confiados
163. (…) Nadie resiste si opta por quedarse en un
punto muerto, si se conforma con poco, si deja de soñar con ofrecerle al Señor
una entrega más bella. Menos aún si cae en un espíritu de derrota.
La corrupción espiritual
164. El camino de la santidad (…) requiere que estemos
«con las lámparas encendidas» (Lc 12,
35) (…) «Estad en vela» (Mt 24, 42; cf. Mc 13, 35).
165. La corrupción espiritual es peor que la caída de
un pecador, porque se trata de una ceguera cómoda y autosuficiente donde todo
termina pareciendo lícito: el engaño, la calumnia, el egoísmo y tantas formas
sutiles de autorreferencialidad, ya que «el mismo Satanás se disfraza de ángel
de luz» (2Co 11, 14).
El discernimiento
166. (…) el discernimiento, que no supone solamente
una buena capacidad de razonar o un sentido común, es también un don que hay
que pedir (…) al Espíritu Santo, y al mismo tiempo nos esforzamos por
desarrollarlo con la oración, la reflexión, la lectura y el buen consejo,
seguramente podremos crecer en esta capacidad espiritual.
Una necesidad imperiosa
167. (…) Sin la sabiduría del discernimiento podemos
convertirnos fácilmente en marionetas a merced de las tendencias del momento.
168. (…) hay que discernir si es el vino nuevo que
viene de Dios o es una novedad engañosa del espíritu del mundo o del espíritu
del diablo (…) porque las fuerzas del mal nos inducen a no cambiar, a dejar las
cosas como están, a optar por el inmovilismo o la rigidez. Entonces impedimos
que actúe el soplo del Espíritu.
Siempre a la luz del Señor
169. El discernimiento no solo es necesario en
momentos extraordinarios, o cuando hay que resolver problemas graves (…) se
juega en lo pequeño, en lo que parece irrelevante.
Un don sobrenatural
170. (…) No requiere de capacidades especiales ni está
reservado a los más inteligentes o instruidos, y el Padre se manifiesta con
gusto a los humildes (cf. Mt 11, 25).
171. (…) el Señor nos habla de modos muy variados en
medio de nuestro trabajo, a través de los demás, y en (…) el silencio de la
oración detenida.
Habla, Señor
172. (…) el discernimiento (…) requiere (…) escuchar:
al Señor, a los demás, a la realidad misma que siempre nos desafía de maneras
nuevas.
173. (…) No se trata de aplicar recetas o de repetir
el pasado, ya que las mismas soluciones no son válidas en toda circunstancia y
lo que era útil en un contexto puede no serlo en otro.
La lógica del don y de la cruz
174. Una condición esencial para el progreso en el
discernimiento es educarse en la paciencia de Dios y en sus tiempos, que (…) no
(…) permite a los celosos «arrancar la cizaña» que crece junto al trigo (cf. Mt
13, 29) (…) No se discierne para descubrir qué más le podemos sacar a
esta vida, sino para reconocer cómo podemos cumplir mejor esa misión que se nos
ha confiado en el Bautismo.
175. (…) hace falta pedirle al Espíritu Santo que nos
libere y que expulse ese miedo que nos lleva a vedarle su entrada en algunos
aspectos de la propia vida.
***
176. Quiero que María corone estas reflexiones, porque
ella vivió como nadie las bienaventuranzas de Jesús (…) Es la santa entre los
santos, la más bendita, la que nos enseña el camino de la santidad y nos
acompaña.
177. (…) Pidamos que el Espíritu Santo infunda en
nosotros un intenso anhelo de ser santos para la mayor gloria de Dios y
alentémonos unos a otros en este intento. Así compartiremos una felicidad que
el mundo no nos podrá quitar.
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