sábado, 28 de abril de 2018

ALEGRAOS Y REGOCIJAOS (y 5)

CAPÍTULO QUINTO
COMBATE, VIGILANCIA Y DISCERNIMIENTO


DE LA EXHORTACIÓN APOSTÓLICA “GAUDETE ET EXSULTATE”
SOBRE AL LLAMADA A LA SANTIDAD EN EL MUNDO ACTUAL
19 de marzo, Solemnidad de San José, del año 2018.




158. La vida cristiana es un combate permanente. Se requieren fuerza y valentía para resistir las tentaciones del diablo y anunciar el Evangelio. Esta lucha es muy bella, porque nos permite celebrar cada vez que el Señor vence en nuestra vida.

El combate y la vigilancia

159. No se trata solo de un combate contra el mundo y la mentalidad mundana, que nos engaña, nos atonta y nos vuelve mediocres sin compromiso y sin gozo. Tampoco se reduce a una lucha contra la propia fragilidad y las propias inclinaciones (cada uno tiene la suya: la pereza, la lujuria, la envidia, los celos, y demás). Es también una lucha constante contra el diablo, que es el príncipe del mal. Jesús mismo (…) celebraba: «Estaba viendo a Satanás caer del cielo como un rayo» (Lc 10, 18).

Algo más que un mito

160. No aceptaremos la existencia del diablo si nos empeñamos en mirar la vida solo con criterios empíricos y sin sentido sobrenatural (…) Su presencia está en la primera página de las Escrituras, que acaban con la victoria de Dios sobre el demonio (Cf. Homilía 11 octubre 2013).
De hecho, cuando Jesús nos dejó el Padrenuestro quiso que termináramos pidiendo al Padre que nos libere del Malo. La expresión utilizada allí no se refiere al mal en abstracto y su traducción más precisa es «el Malo». Indica un ser personal que nos acosa.

161. Entonces, no pensemos que es un mito, una representación, un símbolo, una figura o una idea (Cf. B. Pablo VI, Catequesis (15 noviembre 1972) (…) «como león rugiente, ronda buscando a quien devorar» (1P 5, 8).

Despiertos y confiados

163. (…) Nadie resiste si opta por quedarse en un punto muerto, si se conforma con poco, si deja de soñar con ofrecerle al Señor una entrega más bella. Menos aún si cae en un espíritu de derrota.

La corrupción espiritual

164. El camino de la santidad (…) requiere que estemos «con las lámparas encendidas» (Lc 12, 35)  (…) «Estad en vela» (Mt 24, 42; cf. Mc 13, 35).

165. La corrupción espiritual es peor que la caída de un pecador, porque se trata de una ceguera cómoda y autosuficiente donde todo termina pareciendo lícito: el engaño, la calumnia, el egoísmo y tantas formas sutiles de autorreferencialidad, ya que «el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz» (2Co 11, 14).

El discernimiento

166. (…) el discernimiento, que no supone solamente una buena capacidad de razonar o un sentido común, es también un don que hay que pedir (…) al Espíritu Santo, y al mismo tiempo nos esforzamos por desarrollarlo con la oración, la reflexión, la lectura y el buen consejo, seguramente podremos crecer en esta capacidad espiritual.

Una necesidad imperiosa

167. (…) Sin la sabiduría del discernimiento podemos convertirnos fácilmente en marionetas a merced de las tendencias del momento.

168. (…) hay que discernir si es el vino nuevo que viene de Dios o es una novedad engañosa del espíritu del mundo o del espíritu del diablo (…) porque las fuerzas del mal nos inducen a no cambiar, a dejar las cosas como están, a optar por el inmovilismo o la rigidez. Entonces impedimos que actúe el soplo del Espíritu.

Siempre a la luz del Señor

169. El discernimiento no solo es necesario en momentos extraordinarios, o cuando hay que resolver problemas graves (…) se juega en lo pequeño, en lo que parece irrelevante.

Un don sobrenatural

170. (…) No requiere de capacidades especiales ni está reservado a los más inteligentes o instruidos, y el Padre se manifiesta con gusto a los humildes (cf. Mt 11, 25).

171. (…) el Señor nos habla de modos muy variados en medio de nuestro trabajo, a través de los demás, y en (…) el silencio de la oración detenida.

Habla, Señor

172. (…) el discernimiento (…) requiere (…) escuchar: al Señor, a los demás, a la realidad misma que siempre nos desafía de maneras nuevas.

173. (…) No se trata de aplicar recetas o de repetir el pasado, ya que las mismas soluciones no son válidas en toda circunstancia y lo que era útil en un contexto puede no serlo en otro.

La lógica del don y de la cruz

174. Una condición esencial para el progreso en el discernimiento es educarse en la paciencia de Dios y en sus tiempos, que (…) no (…) permite a los celosos «arrancar la cizaña» que crece junto al trigo (cf. Mt 13, 29) (…) No se discierne para descubrir qué más le podemos sacar a esta vida, sino para reconocer cómo podemos cumplir mejor esa misión que se nos ha confiado en el Bautismo.

175. (…) hace falta pedirle al Espíritu Santo que nos libere y que expulse ese miedo que nos lleva a vedarle su entrada en algunos aspectos de la propia vida.
***

176. Quiero que María corone estas reflexiones, porque ella vivió como nadie las bienaventuranzas de Jesús (…) Es la santa entre los santos, la más bendita, la que nos enseña el camino de la santidad y nos acompaña.

177. (…) Pidamos que el Espíritu Santo infunda en nosotros un intenso anhelo de ser santos para la mayor gloria de Dios y alentémonos unos a otros en este intento. Así compartiremos una felicidad que el mundo no nos podrá quitar.

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