CAPÍTULO
SEGUNDO
DOS SUTILES ENEMIGOS DE LA SANTIDAD
DE LA EXHORTACIÓN APOSTÓLICA GAUDETE ET EXSULTATE
SOBRE AL LLAMADA A LA SANTIDAD EN EL MUNDO ACTUAL
19 de marzo, Solemnidad de San José, del año 2018.
35. En este marco, quiero llamar la
atención acerca de dos falsificaciones de la santidad que podrían desviarnos
del camino: el gnosticismo y el pelagianismo. Son dos herejías que surgieron en
los primeros siglos cristianos, pero que siguen teniendo alarmante actualidad
(…) En los dos casos, ni Jesucristo ni los demás interesan verdaderamente» (Evangelii gaudium, 94).
El gnosticismo actual
36. El gnosticismo supone «una fe
encerrada en el subjetivismo.
Una mente sin Dios y sin carne
37. (…) Los «gnósticos» (…) prefieren «un
Dios sin Cristo, un Cristo sin Iglesia, una Iglesia sin pueblo» (Homilía, 11-XI-2016).
38. (…) una superficialidad vanidosa (…) y
puede asumir el aspecto de una cierta armonía o de un orden que lo abarca todo.
39. (…) Absolutizan sus propias teorías y
obligan a los demás a someterse a los razonamientos que ellos usan.
Una doctrina sin misterio
40. El gnosticismo es una de las peores
ideologías, ya que (…) considera que su propia visión de la realidad es la
perfección.
41. Cuando alguien tiene respuestas a
todas las preguntas, demuestra que no está en un sano camino y es posible que
sea un falso profeta, que usa la religión en beneficio propio, al servicio de
sus elucubraciones psicológicas y mentales.
Los límites de la razón
43. (…) en la Iglesia conviven lícitamente
distintas maneras de interpretar muchos aspectos de la doctrina y de la vida
cristiana que, en su variedad, «ayudan a explicitar mejor el riquísimo tesoro
de la Palabra».
44. En realidad, la doctrina, o mejor,
nuestra comprensión y expresión de ella, «no es un sistema cerrado, privado de
dinámicas capaces de generar interrogantes, dudas, cuestionamientos».
45. Con frecuencia se produce una
peligrosa confusión: creer que porque sabemos algo o podemos explicarlo con una
determinada lógica, ya somos santos, perfectos, mejores que la «masa
ignorante».
El pelagianismo actual
47. El gnosticismo dio lugar a otra vieja
herejía (…) reconocer que no es el conocimiento lo que nos hace mejores o
santos, sino la vida que llevamos.
48. Porque el poder (…) comenzaron a
atribuírselo a la voluntad humana, al esfuerzo personal. Así surgieron los
pelagianos y los semipelagianos.
Una voluntad sin humildad
49. (…) «en el fondo solo confían en sus
propias fuerzas y se sienten superiores a otros por cumplir determinadas normas
o por ser inquebrantablemente fieles a cierto estilo católico» (Evangelii gaudium, 94) (…) suelen transmitir la idea de que todo se puede con la
voluntad humana.
50. (…) La gracia (…) no nos hace
superhombres de golpe (…) si rechazamos esta manera histórica y progresiva, de
hecho podemos llegar a negarla y bloquearla, aunque la exaltemos con nuestras
palabras.
Una enseñanza de la Iglesia muchas veces
olvidada
52. La Iglesia enseñó reiteradas veces que
no somos justificados por nuestras obras o por nuestros esfuerzos, sino por la
gracia del Señor que toma la iniciativa. Los Padres de la Iglesia, aun antes de
san Agustín, expresaban con claridad esta convicción primaria.
54. El Catecismo
de la Iglesia Católica también nos
recuerda que (…) Su amistad nos supera infinitamente, no puede ser comprada por
nosotros con nuestras obras y solo puede ser un regalo de su iniciativa de
amor.
55. (…) Así como el supremo mandamiento
del amor, esta verdad debería marcar nuestro estilo de vida, porque (…) nuestra
existencia terrena y nuestras capacidades naturales son un regalo.
Los nuevos pelagianos
57. Todavía hay cristianos que se empeñan
en (…) la justificación por las propias fuerzas, el de la adoración de la
voluntad humana (…) Se manifiesta en (…) la obsesión por la ley, la fascinación
por mostrar conquistas sociales y políticas, la ostentación en el cuidado de la
liturgia, de la doctrina y del prestigio de la Iglesia, la vanagloria ligada a
la gestión de asuntos prácticos, el embeleso por las dinámicas de autoayuda y de
realización autorreferencial (Evangelii
gaudium, 95).
58. Muchas veces, en contra del impulso
del Espíritu, la vida de la Iglesia se convierte en una pieza de museo o en una
posesión de pocos (…) algunos grupos cristianos dan excesiva importancia al
cumplimiento de determinadas normas propias, costumbres o estilos. De esa
manera, se suele reducir y encorsetar el Evangelio, quitándole su sencillez
cautivante y su sal. Es quizás una forma sutil de pelagianismo (…) terminan
fosilizados.
El resumen de la Ley
61. (…) en medio de la tupida selva de
preceptos y prescripciones, Jesús abre una brecha (…) No nos entrega dos
fórmulas o dos preceptos más. Nos entrega dos rostros, o mejor, uno solo, el de
Dios que se refleja en muchos. Porque en cada hermano, especialmente en el más
pequeño, frágil, indefenso y necesitado, está presente la imagen misma de Dios.
62. ¡Que el Señor libere a la Iglesia de
las nuevas formas de gnosticismo y de pelagianismo que la complican y la
detienen en su camino hacia la santidad! (…) exhorto a cada uno a preguntarse y
a discernir frente a Dios de qué manera pueden estar manifestándose en su vida.
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