Resumen literal de la Instrucción
«La conversión pastoral de la comunidad
parroquial
al servicio de la misión
evangelizadora de la Iglesia»
a cargo
de la Congregación para el Clero, 20-07-2020.
1. La reflexión eclesiológica del
Concilio Vaticano II y los notables cambios sociales y culturales de los
últimos decenios han inducido, a diversas Iglesias particulares, a reorganizar
la forma de encomendar la cura pastoral de las comunidades parroquiales. Esto
ha permitido iniciar experiencias nuevas, valorando la dimensión de la comunión
y realizando, bajo la guía de los pastores, una síntesis armónica de carismas y
vocaciones al servicio del anuncio del Evangelio, que corresponda mejor a las
actuales exigencias de la evangelización.
3 La
conversión pastoral es uno de los temas fundamentales en la “nueva etapa
evangelizadora” (Cfr. Evangelii
gaudium, 287) que hoy la Iglesia está llamada a promover, para que
las comunidades cristianas sean centros que impulsen cada vez más el encuentro
con Cristo.
Por
ello, el Santo Padre indica: «Si algo debe inquietarnos santamente y
preocupar nuestra conciencia, es que (…) nos mueva el temor a encerrarnos en
las estructuras que nos dan una falsa contención» (Evangelii gaudium, 49).
6. Esta
conversión misionera, que conduce naturalmente también a una reforma de las
estructuras, implica en modo particular a la parroquia (…) posee una larga
historia y ha tenido desde los inicios un rol fundamental en la vida de los
cristianos y en el desarrollo y en la acción pastoral de la Iglesia.
8. La configuración territorial
de la parroquia, sin embargo, hoy está llamada a confrontarse con una
característica peculiar del mundo contemporáneo, en el cual la creciente
movilidad y la cultura digital han
dilatado los confines de la existencia.
12. San Juan Pablo II precisaba:
«La parroquia ha de ser perfeccionada e integrada en muchas otras formas,
pero ella sigue siendo todavía un organismo indispensable de primaria
importancia en las estructuras visibles de la Iglesia», para «hacer de la evangelización el
pivote de toda la acción pastoral, cual exigencia prioritaria, preminente y
privilegiada» (Discurso a los Participantes en la Plenaria de
la Congregación para el Clero (20-X-1984),
nn. 3 y 4; cfr. También Catechesi
tradendae, 67).
Luego, Benedicto XVI enseñaba que
«la parroquia es un faro que irradia la luz de la fe y así responde a los
deseos más profundos y verdaderos del corazón del hombre, dando significado y
esperanza a la vida de las personas y de las familias» (Homilía
en la visita pastoral a la parroquia romana Santa María de la Evangelización (10-XII-2006). Finalmente, el
Papa Francisco recuerda que «a través de todas sus actividades, la parroquia
alienta y forma a sus miembros para que sean agentes de evangelización»
(Evangelii gaudium, 28).
20. Sobre la base de lo dicho
hasta ahora, es necesario identificar perspectivas que permitan la renovación
de las estructuras parroquiales “tradicionales” en clave misionera. Este es el
corazón de la deseada conversión pastoral, que debe afectar al anuncio de la Palabra
de Dios, la vida sacramental y el testimonio de la caridad.
28. Los diferentes componentes en
los que la parroquia se articula están llamados a la comunión y a la unidad (…)
se puede apreciar la plena realización del ministerio como pastores tanto del
párroco como de los sacerdotes que colaboran (…) los diáconos, las personas
consagradas y los laicos, para que cada uno trabaje en la construcción del
único cuerpo (cfr. 1Cor 12, 12).
34. En su proceso de renovación y
reestructuración, la parroquia debe evitar el riesgo de caer en una excesiva y
burocrática organización de eventos y en un ofrecimiento de servicios, que no
responden a la dinámica de la evangelización, sino al criterio de
autoconservación (Cfr. Evangelii
gaudium, 27).
35. La conversión de las
estructuras, que la parroquia debe proponerse, requiere en primer lugar un
cambio de mentalidad y una renovación interior
36. (…)
Para evitar traumas y heridas, es importante que los procesos de
reestructuración de las comunidades parroquiales y, a veces, también
diocesanas, se realicen con flexibilidad y gradualidad (…) estar atentos a no
“forzar los tiempos”, queriendo llevar a cabo las reformas apresuradamente y
con criterios genéricos, que obedecen a razones elaboradas “en un escritorio”,
olvidando a las personas.
86. Hoy se requiere un generoso
compromiso de todos los fieles laicos al servicio de la misión evangelizadora,
ante todo con el testimonio constante de una vida cotidiana conforme al
Evangelio, en los ambientes donde habitualmente desarrollan su vida y en todos
los niveles de responsabilidad; después, en particular, asumiendo los
compromisos que les corresponden al servicio de la comunidad parroquial (Cfr. Evangelii gaudium, 81).
87. Existe otra modalidad para el
Obispo –como lo ilustra el can. 517, § 2– para proveer la cura pastoral de una
comunidad incluso si, debido a la escasez de sacerdotes, no es posible nombrar
un párroco o un administrador parroquial, que pueda asumirla a tiempo pleno. En
estas problemáticas circunstancias pastorales, para sostener la vida cristiana
y hacer que continúe la misión evangelizadora de la comunidad, el Obispo
diocesano puede confiar una participación del ejercicio de la cura pastoral de
una parroquia a un diácono, una persona consagrada o un laico, o incluso a un
conjunto de personas (por ejemplo, un instituto religioso, una asociación)..
101. (…) El párroco (…) es
necesario que sea asistido por colaboradores para administrar los bienes de la
Iglesia, sobre todo con celo evangelizador y espíritu misionero (cfr
C.I.C., can. 532).
112. (…) es necesario que el
Consejo pastoral sea efectivamente representativo de la comunidad, de la cual
es una expresión de todos sus componentes (sacerdotes, diáconos, personas
consagradas y laicos). Este constituye un ámbito específico en el cual los
fieles pueden ejercer su derecho-deber de expresar su parecer a los pastores y
también comunicarlo a los otros fieles, acerca del bien de la comunidad
parroquial (Cfr. ibíd.,
can. 212, § 3).
124. El
Papa Francisco invita a invocar a «María, Madre de la evangelización», para que «la Virgen nos ayude a decir
nuestro “sí” en la urgencia de hacer resonar la Buena Nueva de Jesús en nuestro
tiempo» (Mensaje para la Jornada Mundial Misionera 2017,
n. 10).
El 27 de junio de 2020 el Santo Padre aprobó el
siguiente documento de la Congregación para el Clero.
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