1. «Alabado seas, mi Señor», cantaba
san Francisco de Asís. En ese hermoso cántico nos recordaba que nuestra casa
común es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y
como una madre bella que nos acoge entre sus brazos.
2. Esta hermana clama por el daño
que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios
ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y
dominadores, autorizados a expoliarla.
3. En esta encíclica, intento especialmente entrar en
diálogo con todos acerca de nuestra casa común.
4. El beato Papa Pablo VI se refirió a la problemática ecológica, presentándola como una crisis, que es «una consecuencia dramática» de la actividad descontrolada del ser humano (Carta ap. Octogesima adveniens, 14 mayo 1971, 21: AAS 63 (1971), 416-417) (…) También habló a la FAO (...) subrayando la «urgencia y la necesidad de un cambio radical en el comportamiento de la humanidad» (Discurso a la FAO en su 25 aniversario, 16 noviembre 1970: AAS 62 (1970), 833).
5. San Juan Pablo II (...) advirtió que
el ser humano parece «no percibir otros significados de su ambiente natural,
sino solamente aquellos que sirven a los fines de un uso inmediato y consumo»
(Carta enc. Redemptor
hominis, 4 marzo 1979, 15: AAS 71 (1979), 287) (…) Toda
pretensión de cuidar y mejorar el mundo supone cambios profundos en «los
estilos de vida, los modelos de producción y de consumo, las estructuras
consolidadas de poder que rigen hoy la sociedad» (Carta enc. Centesimus
annus, 1 mayo 1991, 58, p. 863).
6. Mi predecesor Benedicto XVI
renovó la invitación a «eliminar las causas estructurales de las disfunciones
de la economía mundial (Discurso al Cuerpo diplomático
acreditado ante la Santa Sede, 8 enero 2007: AAS 99 (2007), 73) y
(…) nos propuso reconocer que el ambiente natural está lleno de heridas
producidas por nuestro comportamiento irresponsable.
8. El Patriarca Bartolomé se ha
referido particularmente a la necesidad de que cada uno se arrepienta de sus
propias maneras de dañar el planeta, porque, «en la medida en que todos
generamos pequeños daños ecológicos», estamos llamados a reconocer «nuestra
contribución –pequeña o grande– a la desfiguración y destrucción de la
creación» (Mensaje para el día de oración por la protección de la creación ,1
septiembre 2012).
9. (…) Los cristianos, además,
estamos llamados a «aceptar el mundo como sacramento de comunión, como modo de
compartir con Dios y con el prójimo en una escala global. Es nuestra humilde
convicción que lo divino y lo humano se encuentran en el más pequeño detalle
contenido en los vestidos sin costuras de la creación de Dios, hasta en el
último grano de polvo de nuestro planeta» (Discurso «Global Responsibility
and Ecological Sustainability: Closing Remarks», I Vértice de Halki,
Estambul, 20 junio 2012).
10. (…) Francisco es el ejemplo por
excelencia del cuidado de lo que es débil y de una ecología integral, vivida
con alegría y autenticidad (...) Él manifestó una atención particular hacia la creación de Dios y
hacia los más pobres y abandonados. Amaba y era amado.
13. (…) Deseo reconocer, alentar y dar las gracias a todos los que,
en los más variados sectores de la actividad humana, están trabajando para
garantizar la protección de la casa que compartimos.
14. Hago una invitación urgente a un nuevo diálogo sobre el modo como estamos construyendo el futuro del planeta. Necesitamos una conversación que nos una a todos (...) El movimiento ecológico mundial ya ha recorrido un largo y rico camino, y ha generado numerosas agrupaciones ciudadanas que ayudaron a la concienciación.
15. Espero que esta Carta encíclica, que se agrega al Magisterio social de la Iglesia, nos ayude a reconocer la grandeza, la urgencia y la hermosura del desafío que se nos presenta (…) Así podremos proponer una ecología que, entre sus distintas dimensiones, incorpore el lugar peculiar del ser humano en este mundo y sus relaciones con la realidad que lo rodea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario