La
dimensión social de la evangelización
Resumen
literal del Cap 4º (nn 176-258) de la Ex. ap. Evangelii gaudium del 24-XI-2013
II. La inclusión social de los pobres
III. El bien común y la paz social
IV. El diálogo social como contribución a la
paz
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I. Las repercusiones
comunitarias y sociales del kerygma
177. El kerigma tiene un contenido ineludiblemente social:
en el corazón mismo del Evangelio está la vida comunitaria y el compromiso con
los otros.
178. (…) Confesar que
el Hijo de Dios asumió nuestra carne humana significa que cada persona humana
ha sido elevada al corazón mismo de Dios (…) Su redención tiene un sentido
social porque «Dios, en Cristo, no redime solamente la persona individual, sino
también las relaciones sociales entre los hombres». Confesar que el Espíritu
Santo actúa en todos implica reconocer que Él procura penetrar toda situación
humana y todos los vínculos sociales.
179.
(…) La Palabra de Dios
enseña que en el hermano está la permanente prolongación de la Encarnación para
cada uno de nosotros: «Lo que hicisteis a uno de estos hermanos míos más
pequeños, lo hicisteis a mí» (Mt 25,40).
181. El Reino que se
anticipa y crece entre nosotros lo toca todo (…) ya que el Padre desea que
todos los hombres se salven y su plan de salvación consiste en «recapitular
todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, bajo un solo jefe, que es
Cristo» (Ef 1,10).
183. Por
consiguiente, nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la intimidad
secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social y nacional,
sin preocuparnos por la salud de las instituciones de la sociedad civil, sin
opinar sobre los acontecimientos que afectan a los ciudadanos (…) Todos los
cristianos, también los Pastores, están llamados a preocuparse por la
construcción de un mundo mejor.
184.
(…) ni el Papa ni la
Iglesia tienen el monopolio en la interpretación de la realidad social o en la
propuesta de soluciones para los problemas contemporáneos.
187. Cada cristiano y
cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y
promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la
sociedad (…) Y la falta de solidaridad en sus necesidades afecta directamente a
nuestra relación con Dios
188. (…) se comprende
el pedido de Jesús a sus discípulos: «¡Dadles vosotros de comer!» (Mc 6,37), lo cual implica tanto la cooperación
para resolver las causas estructurales de la pobreza y para promover el
desarrollo integral de los pobres, como los gestos más simples y cotidianos de
solidaridad ante las miserias muy concretas que encontramos.
193.
(…) El Evangelio
proclama: «Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia» (Mt 5,7) (…) Esta verdad penetró profundamente
la mentalidad de los Padres de la Iglesia y ejerció una resistencia profética
contracultural ante el individualismo hedonista pagano.
197. El corazón de
Dios tiene un sitio preferencial para los pobres, tanto que hasta Él mismo «se
hizo pobre» (2Co 8,9) (…) El Salvador nació en un pesebre, entre
animales, como lo hacían los hijos de los más pobres; fue presentado en el
Templo junto con dos pichones, la ofrenda de quienes no podían permitirse pagar
un cordero (cf. Lc 2,24; Lv 5,7); creció en un hogar de sencillos
trabajadores y trabajó con sus manos para ganarse el pan.
198. Para la Iglesia
la opción por los pobres es una categoría teológica antes que cultural,
sociológica, política o filosófica (…) Por eso quiero una Iglesia pobre para
los pobres. Ellos tienen mucho que enseñarnos. Además de participar del sensus fidei, en sus propios dolores conocen al
Cristo sufriente. Es necesario que todos nos dejemos evangelizar por ellos.
201. Nadie debería decir
que se mantiene lejos de los pobres porque sus opciones de vida implican
prestar más atención a otros asuntos. Ésta es una excusa frecuente en ambientes
académicos, empresariales o profesionales, e incluso eclesiales (…) Temo que
también estas palabras sólo sean objeto de algunos comentarios sin una
verdadera incidencia práctica. No obstante, confío en la apertura y las buenas
disposiciones de los cristianos.
213. Entre esos
débiles, que la Iglesia quiere cuidar con predilección, están también los niños
por nacer, que son los más indefensos e inocentes de todos, a quienes hoy se
les quiere negar su dignidad humana en orden a hacer con ellos lo que se
quiera.
214. Precisamente
porque es una cuestión que hace a la coherencia interna de nuestro mensaje sobre
el valor de la persona humana, no debe esperarse que la Iglesia cambie su
postura sobre esta cuestión. Quiero ser completamente honesto al respecto. Éste
no es un asunto sujeto a supuestas reformas o «modernizaciones». No es
progresista pretender resolver los problemas eliminando una vida humana.
215. Hay otros seres
frágiles e indefensos, que muchas veces quedan a merced de los intereses
económicos o de un uso indiscriminado. Me refiero al conjunto de la creación.
218. La paz social no
puede entenderse como un irenismo o como una mera ausencia de violencia lograda
por la imposición de un sector sobre los otros (…) que silencie o tranquilice a
los más pobres, de manera que aquellos que gozan de los mayores beneficios
puedan sostener su estilo de vida sin sobresaltos mientras los demás sobreviven
como pueden.
220. En cada nación,
los habitantes desarrollan la dimensión social de sus vidas configurándose como
ciudadanos responsables en el seno de un pueblo, no como masa arrastrada por
las fuerzas dominantes (…) Es un trabajo lento y arduo que exige querer
integrarse y aprender a hacerlo hasta desarrollar una cultura del encuentro en
una pluriforme armonía.
224. A veces me
pregunto quiénes son los que en el mundo actual se preocupan realmente por
generar procesos que construyan pueblo, más que por obtener resultados
inmediatos que producen un rédito político fácil, rápido y efímero, pero que no
construyen la plenitud humana.
227. Ante el
conflicto (…) hay una tercera manera, la más adecuada, de situarse ante el
conflicto. Es aceptar sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en el
eslabón de un nuevo proceso. «¡Felices los que trabajan por la paz!» (Mt 5,9).
232. La idea —las
elaboraciones conceptuales— está en función de la captación, la comprensión y
la conducción de la realidad. La idea desconectada de la realidad origina
idealismos y nominalismos ineficaces, que a lo sumo clasifican o definen, pero
no convocan. Lo que convoca es la realidad iluminada por el razonamiento (…) De
otro modo, se manipula la verdad, así como se suplanta la gimnasia por la
cosmética. Hay políticos —e incluso dirigentes religiosos— que se preguntan por
qué el pueblo no los comprende y no los sigue, si sus propuestas son tan
lógicas y claras. Posiblemente sea porque se instalaron en el reino de la pura
idea y redujeron la política o la fe a la retórica.
234. (…) Hace falta
prestar atención a lo global para no caer en una mezquindad cotidiana (…) no
conviene perder de vista lo local, que nos hace caminar con los pies sobre la
tierra. Las dos cosas unidas impiden caer en alguno de estos dos extremos: uno,
que los ciudadanos vivan (…) admirando los fuegos artificiales del mundo, que
es de otros, con la boca abierta y aplausos programados; otro, que se
conviertan en un museo folklórico de ermitaños localistas, condenados a repetir
siempre lo mismo, incapaces de dejarse interpelar por el diferente y de valorar
la belleza que Dios derrama fuera de sus límites.
239. La Iglesia
proclama «el evangelio de la paz» (Ef 6,15)
y está abierta a la colaboración con todas las autoridades nacionales e
internacionales para cuidar este bien universal tan grande (…) la nueva
evangelización anima a todo bautizado a ser instrumento de pacificación y
testimonio creíble de una vida reconciliada. Es hora de saber cómo diseñar, en
una cultura que privilegie el diálogo como forma de encuentro, la búsqueda de
consensos y acuerdos, pero sin separarla de la preocupación por una sociedad
justa, memoriosa y sin exclusiones.
242. (…) La fe no le
tiene miedo a la razón; al contrario, la busca y confía en ella, porque «la luz
de la razón y la de la fe provienen ambas de Dios», y no pueden contradecirse
entre sí (…) Toda la sociedad puede verse enriquecida gracias a este diálogo
que abre nuevos horizontes al pensamiento y amplía las posibilidades de la
razón. También éste es un camino de armonía y de pacificación.
243. La Iglesia (…) se
alegra e incluso disfruta reconociendo el enorme potencial que Dios ha dado a
la mente humana (…) Los creyentes tampoco pueden pretender que una opinión
científica que les agrada, y que ni siquiera ha sido suficientemente
comprobada, adquiera el peso de un dogma de fe (…) En ese caso, no es la razón
lo que se propone, sino una determinada ideología que cierra el camino a un
diálogo auténtico, pacífico y fructífero.
246. Dada la gravedad
del antitestimonio de la división entre cristianos, particularmente en Asia y
en África, la búsqueda de caminos de unidad se vuelve urgente. Los misioneros
en esos continentes mencionan reiteradamente las críticas, quejas y burlas que
reciben debido al escándalo de los cristianos divididos.
248. El diálogo y la
amistad con los hijos de Israel son parte de la vida de los discípulos de
Jesús. El afecto que se ha desarrollado nos lleva a lamentar sincera y
amargamente las terribles persecuciones de las que fueron y son objeto,
particularmente aquellas que involucran o involucraron a cristianos.
250. Una actitud de
apertura en la verdad y en el amor debe caracterizar el diálogo con los
creyentes de las religiones no cristianas (…) Este diálogo interreligioso es
una condición necesaria para la paz en el mundo, y por lo tanto es un deber
para los cristianos, así como para otras comunidades religiosas (…) Así
aprendemos a aceptar a los otros en su modo diferente de ser, de pensar y de
expresarse.
253. Para sostener el
diálogo con el Islam es indispensable la adecuada formación de los
interlocutores (…) para que sean capaces de reconocer los valores de los demás,
de comprender las inquietudes que subyacen a sus reclamos y de sacar a luz las
convicciones comunes (…) Frente a episodios de fundamentalismo violento que nos
inquietan, el afecto hacia los verdaderos creyentes del Islam debe llevarnos a
evitar odiosas generalizaciones, porque el verdadero Islam y una adecuada
interpretación del Corán se oponen a toda violencia.
257. Los creyentes
nos sentimos cerca también de quienes, no reconociéndose parte de alguna
tradición religiosa, buscan sinceramente la verdad, la bondad y la belleza, que
para nosotros tienen su máxima expresión y su fuente en Dios. Los percibimos
como preciosos aliados en el empeño por la defensa de la dignidad humana, en la
construcción de una convivencia pacífica entre los pueblos y en la custodia de
lo creado (…) Éste también es un camino de paz para nuestro mundo herido.
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