Resumen literal de la Exhortación apostólica postsinodal ECCLESIA IN MEDIO ORIENTE de Benedicto
XVI, Beirut, 14-IX-2012.
1.
La Iglesia en Oriente Medio, que desde los albores de la fe cristiana peregrina
en esta tierra bendita, continúa hoy su testimonio con valentía, fruto de una
vida de comunión con Dios y con el prójimo. Comunión y testimonio. En
efecto, esta es la convicción que ha animado a la Asamblea Especial del Sínodo
de los Obispos para Oriente Medio, reunida en torno al Sucesor de Pedro del 10
al 24 de octubre de 2010, sobre el tema: La Iglesia católica en Oriente Medio,
comunión y testimonio. «El grupo de los creyentes tenía un solo corazón y una
sola alma» (Hch 4,32).
2. (…) En esta región hay
fieles nativos pertenecientes a las venerables Iglesias orientales católicas sui
iuris: la Iglesia patriarcal de Alejandría de los coptos, las tres Iglesias
patriarcales de Antioquía de los greco-melquitas, de los sirios y de los
maronitas, el Patriarcado de Babilonia de los caldeos y la de Cilicia de los
armenios.
3. Por lo que respecta a la
fe cristiana, la «comunión es la vida misma de Dios que se comunica en el
Espíritu Santo, mediante Jesucristo». Es un don de Dios que interpela nuestra
libertad y espera nuestra respuesta. Precisamente por su origen divino, la
comunión tiene una dimensión universal.
11. Dios ha permitido el
desarrollo de su Iglesia en este contexto constrictivo, inestable y actualmente
propenso a la violencia. Ella vive en él dentro de una notable multiplicidad.
Junto con la Iglesia católica, en Oriente Medio están presentes numerosas y
venerables Iglesias, a las que se añaden comunidades eclesiales de origen más
reciente. Este mosaico requiere un esfuerzo importante y continuo por favorecer
la unidad, dentro de las respectivas riquezas, con el fin de reforzar la
credibilidad del anuncio del Evangelio y del testimonio cristiano.
22.
Las relaciones entre las dos comunidades (cristiana y judía) creyentes han estado marcadas por la
historia y por las pasiones humanas. Ha habido numerosas y reiteradas
incomprensiones y desconfianzas recíprocas. Las persecuciones insidiosas o
violentas del pasado son inexcusables y merecedoras de una neta condena. Sin
embargo, a pesar de estas tristes situaciones, las aportaciones mutuas a través
de los siglos han sido tan fecundas que han contribuido al nacimiento y florecimiento
de una civilización y de una cultura conocida como judeo-cristiana. Es como si
estos dos mundos, que se declaran diferentes y contrarios por diversos motivos,
hubieran decidido unir sus fuerzas para ofrecer a la humanidad una aleación
noble. Estos lazos, que unen y separan al mismo tiempo a judíos y cristianos,
les deben abrir a una nueva responsabilidad de unos respecto a otros, de unos
con otros. Pues los dos pueblos han recibido la misma bendición, y las promesas
de eternidad que permiten avanzar con confianza hacia la fraternidad.
23.
La Iglesia católica, fiel a la enseñanza del Concilio Vaticano II, mira con
estima a los musulmanes que ofrecen un culto a Dios, especialmente mediante la
oración, la limosna y el ayuno; que veneran a Jesús como un profeta, aunque sin
reconocer su divinidad, y que honran a María, su Madre virginal. Sabemos que el
encuentro del islam y el cristianismo ha tomado a menudo la forma de
controversia doctrinal. Lamentablemente, estas diferencias doctrinales han
servido de pretexto a los unos y a los otros para justificar, en nombre de la
religión, prácticas de intolerancia, discriminación, marginación e incluso de
persecución.
29. Al igual que en el resto
del mundo, en Oriente Medio se perciben dos realidades opuestas: la laicidad,
con sus formas a veces extremas, y el fundamentalismo violento, que pretende
tener un origen religioso (…) En su versión extrema e ideológica, la laicidad,
convertida en laicismo, niega al ciudadano la expresión pública de su religión
y pretende que únicamente el Estado legisle sobre su forma pública. Estas
teorías son antiguas. No son solamente occidentales y no se pueden confundir
con el cristianismo. La sana laicidad, por el contrario, significa liberar la
religión del peso de la política y enriquecer la política con las aportaciones
de la religión, manteniendo la distancia necesaria, la clara distinción y la
colaboración indispensable entre las dos.
30. La incertidumbre
económica y política, la habilidad manipuladora de algunos y una deficiente
comprensión de la religión, entre otros factores, son el caldo de cultivo del
fundamentalismo religioso. Éste afecta a todas las comunidades religiosas y
rechaza el vivir civilmente juntos. Quiere tomar, a veces con violencia, el
poder sobre la conciencia de cada uno y sobre la religión por razones
políticas. Hago un llamamiento apremiante a todos los líderes religiosos,
judíos, cristianos y musulmanes de la región, para que traten de hacer todo lo
posible, mediante su ejemplo y su enseñanza, por erradicar esta amenaza, que
acecha de manera indiscriminada y mortal a los creyentes de todas las
religiones.
37. La dimensión visible de
la comunidad cristiana naciente es descrita por las cualidades inmateriales que
muestran la koinonia eclesial: un solo corazón y una sola alma,
manifestando así el sentido profundo del testimonio. Es reflejo de una
interioridad personal y comunitaria. Dejándose moldear en el interior por la
gracia divina, toda Iglesia particular puede reencontrar la belleza de la
primera comunidad de los creyentes, cimentada en una fe animada por la caridad,
que caracteriza a los discípulos de Cristo ante los ojos de los hombres (cf. Jn
13,35).
57.
En Oriente Medio, los laicos están acostumbrados a tener relaciones fraternas y
asiduas con fieles católicos de diferentes Iglesias patriarcales o latina, y a
asistir a sus lugares de culto, especialmente si no hay otra alternativa. A
esta admirable realidad (...) en
Oriente Medio es un ejemplo para otras Iglesias particulares del resto del
mundo (...) Este ejemplo, que requiere
ser perfeccionado y purificado continuamente, abarca también la experiencia
adquirida localmente en el campo ecuménico.
70. Las escuelas exegéticas
de Alejandría, Antioquía, Edesa o Nisibis, contribuyeron en gran medida a la
inteligencia y a la formulación dogmática del misterio cristiano en los siglos
IV y V. Toda la Iglesia les está agradecida. Los partidarios de diversas
corrientes de interpretación de los textos coincidían sobre algunos principios
tradicionales en exégesis, comúnmente admitidos por las Iglesias de Oriente y
Occidente.
87. Desde hace bastantes
años, los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades están presentes en
Oriente Medio. Son un don del Espíritu a nuestra época. No se debe apagar el
Espíritu (cf. 1 Ts 5,19); sin embargo, corresponde a cada uno y a cada
comunidad poner su carisma al servicio del bien común (cf. 1 Co 12,7).
La Iglesia católica en Oriente Medio se alegra del testimonio de fe y de
comunión fraterna de estas comunidades, donde se reúnen cristianos de varias
Iglesias, sin confusión ni proselitismo.
95. «No temas, pequeño
rebaño» (Lc 12,32). Con estas palabras de Cristo, quisiera alentar a
todos los pastores y fieles cristianos de Oriente Medio a mantener viva con
valentía la llama del amor divino en la Iglesia y en sus ambientes de vida y de
actividades. De este modo conservarán íntegras la esencia y la misión de la
Iglesia, tal como Cristo las ha querido. Y, también así, las particularidades legítimas
e históricas enriquecerán la comunión entre los bautizados, con el Padre y con
su Hijo Jesucristo, cuya sangre purifica todo pecado (cf. 1 Jn 1,3.6-7).
99.
Que la fraternidad de los cristianos, por su testimonio, se convierta en
levadura en la masa humana (cf. Mt 13,33). Que los cristianos de Oriente
Medio, católicos y otros, den con valentía en unidad este testimonio nada
fácil, pero apasionante a causa de Cristo, a fin de recibir la corona de la
vida (cf. Ap 2,10b). El conjunto de la comunidad cristiana los anima y
los sostiene. Que la prueba que viven algunos de nuestros hermanos y hermanas
(cf. Sal 66,10; Is 48,10; 1 P 1,7), fortalezca la
fidelidad y la fe de todos. «A vosotros, gracia y paz abundantes… Paz a todos
vosotros, los que vivís en Cristo» (1 P 1,2b; 5,14b).
100.
El corazón de María, Théotokos y Madre de la Iglesia, fue traspasado
(cf. Lc 2,34-35) a causa de la «contradicción» que ha traído su divino
Hijo, es decir, por la oposición y la hostilidad a la misión de luz que Cristo
afrontó, y que la Iglesia, su Cuerpo místico, sigue viviendo. María, a la que
toda la Iglesia venera con ternura, tanto en Oriente como en Occidente, nos
asistirá maternalmente. María, la Toda Santa, que caminó entre nosotros, sabrá
presentar nuevamente nuestras necesidades a su divino Hijo. Ella nos ofrece a
su Hijo. Escuchémosla, porque nos abre a la esperanza: «Haced lo que él os
diga» (Jn 2,5).
Beirut,
Líbano, 14 de septiembre de 2012, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz,
octavo año de mi Pontificado.
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