Exhortación Apostólica, Lleó XIV
sobre el amor hacia los pobres (4-X-2015)
CAPÍTULO SEGUNDO
DIOS OPTA POR LOS POBRES
La opción por los pobres
16. Dios es amor
misericordioso y su proyecto de amor, que se extiende y se realiza en la Historia
(…) Con una mirada misericordiosa y el corazón lleno de amor, Él se dirigió a
sus criaturas, haciéndose cargo de su condición humana y, por tanto, de su
pobreza (…) Él mismo se hizo pobre, nació en carne como nosotros, lo hemos
conocido en la pequeñez de un niño colocado en un pesebre y en la extrema
humillación de la cruz, allí compartió nuestra pobreza radical, que es la
muerte. Se comprende bien, entonces, por qué se puede hablar también
teológicamente de una opción preferencial de Dios por los pobres, una expresión
nacida en el contexto del continente latinoamericano y en particular en la
Asamblea de Puebla, pero que ha sido bien integrada en el magisterio de la
Iglesia sucesivo (…) «El corazón de Dios tiene un sitio preferencial para los
pobres […]. Todo el camino de nuestra redención está signado por los pobres».
18. Toda la Historia veterotestamentaria de la predilección
de Dios por los pobres y el deseo divino de escuchar su grito —que he evocado
brevemente— encuentra en Jesús de Nazaret su plena realización (…) Se trata de una pobreza radical, fundada sobre su
misión de revelar el verdadero rostro del amor divino (…) san Pablo
puede afirmar: «Ya conocen la generosidad
de nuestro Señor Jesucristo que, siendo rico, se hizo pobre por nosotros, a fin
de enriquecernos con su pobreza» (2Co 8, 9).
19. En efecto, el Evangelio muestra que esta pobreza incidió
en cada aspecto de su vida. Desde su llegada al mundo, Jesús experimentó las
dificultades relativas al rechazo.
21. Al comienzo de su ministerio público,
Jesús se presenta en la sinagoga de Nazaret leyendo el libro del profeta Isaías
y aplicándose a sí mismo la palabra del profeta: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la
unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres» (Lc 4, 18; cf. Is 61, 1) (…) Dios muestra
predilección hacia los pobres (…) Y la Iglesia, si quiere ser de Cristo, debe
ser la Iglesia de las Bienaventuranzas, una Iglesia que (…) camina pobre con
los pobres, un lugar en el que los pobres tienen un sitio privilegiado
(cf. St 2,2-4).
23. Entonces es claro que «de nuestra fe en
Cristo hecho pobre, y siempre cercano a los pobres y excluidos, brota la
preocupación por el desarrollo integral de los más abandonados de la sociedad». Muchas
veces me pregunto por qué (…) muchos continúan pensando que pueden excluir a
los pobres de sus atenciones.
La misericordia hacia los pobres en la Biblia
24. El apóstol Juan escribe: «¿Cómo puede amar a Dios, a quien no ve, el que no ama a su hermano, a
quien ve?» (1Jn 4,20).
26. Es innegable que el primado de Dios en
la enseñanza de Jesús va acompañado de otro punto fijo: no se puede amar a Dios
sin extender el propio amor a los pobres. El amor al prójimo representa la
prueba tangible de la autenticidad del amor a Dios (…) el Señor mismo nos
enseña que todo acto de amor hacia el prójimo es de algún modo un reflejo de la
caridad divina: «Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de
mis hermanos, lo hicieron conmigo» (Mt 25,40).
29. (…) La Carta de Santiago dedica
mucho espacio al problema de la relación entre ricos y pobres, lanzando a los
creyentes dos enérgicos llamados que cuestionan su fe: «¿De qué le sirve a uno,
hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Acaso esa fe puede
salvarlo? ¿De qué sirve si uno de ustedes, al ver a un hermano o una hermana
desnudos o sin el alimento necesario, les dice: “Vayan en paz, caliéntense y
coman”, y no les da lo que necesitan para su cuerpo? Lo mismo pasa con la fe:
si no va acompañada de las obras, está completamente muerta» (St 2, 14-17).
30. (…) En la Primera Carta de san Juan encontramos
una exhortación parecida: «Si alguien
vive en la abundancia, y viendo a su hermano en la necesidad, le cierra su
corazón, ¿cómo permanecerá en él el amor de Dios?» (1Jn 3, 17).
32. (…) un claro ejemplo eclesial de
compartir los bienes y asistir a los pobres lo encontramos en la vida cotidiana
y en el estilo de la primera comunidad cristiana.
33. Cuando Pablo fue a Jerusalén a consultar a los apóstoles para asegurarse de «que no corría o no había corrido en vano» (Ga 2, 2), le pidieron que no se olvidase de los pobres (cf. Ga 2, 10). Por esta razón, organizó varias colectas para ayudar a las comunidades necesitadas.
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