«A los pobres los tienen
siempre con ustedes» (Mc
14, 7)
1. «A los pobres los tienen siempre con ustedes»
(Mc 14, 7). Jesús pronunció estas palabras en el contexto de una comida
en Betania, en casa de un tal Simón, llamado “el leproso”, unos días antes de
la Pascua. Según narra el evangelista, una mujer entró con un frasco de
alabastro lleno de un perfume muy valioso y lo derramó sobre la cabeza de
Jesús. Ese gesto suscitó gran asombro y dio lugar a dos interpretaciones
diversas.
La
primera fue la indignación de algunos de los presentes, entre ellos los
discípulos que, considerando el valor del perfume —unos 300 denarios,
equivalentes al salario anual de un obrero— pensaron que habría sido mejor
venderlo y dar lo recaudado a los pobres. Según el Evangelio de Juan, fue Judas
quien se hizo intérprete de esta opinión (…) que esta dura crítica salga de la
boca del traidor, es la prueba de que quienes no reconocen a los pobres
traicionan la enseñanza de Jesús y no pueden ser sus discípulos.
(…) captar
el sentido profundo del gesto realizado por la mujer. Él dijo: «¡Déjenla! ¿Por qué la molestan? Ha hecho
una obra buena conmigo» (Mc 14, 6) (…) Esta visión va más allá de
cualquier expectativa de los comensales (…) Ella, con su sensibilidad femenina,
demostró ser la única que comprendió el estado de ánimo del Señor (…) Las
mujeres, tan a menudo discriminadas y mantenidas al margen de los puestos de
responsabilidad, en las páginas de los Evangelios son, en cambio, protagonistas
en la historia de la revelación (...)
2. Esta
fuerte “empatía” entre Jesús y la mujer, y el modo en que Él interpretó su
unción, en contraste con la visión escandalizada de Judas y de los otros, abre
un camino fecundo de reflexión sobre el vínculo inseparable que hay entre
Jesús, los pobres y el anuncio del Evangelio (…) No me canso de repetir que los
pobres son verdaderos evangelizadores porque fueron los primeros en ser
evangelizados y llamados a compartir la bienaventuranza del Señor y su Reino
(cf. Mt 5, 3). Los pobres
(…) tienen mucho que enseñarnos. Además de participar del sensus fidei,
en sus propios dolores conocen al Cristo sufriente.
(…) Estamos
llamados a descubrir a Cristo en ellos, a prestarles nuestra voz en sus causas,
pero también a ser sus amigos, a escucharlos, a interpretarlos y a recoger la
misteriosa sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de ellos (...)
3. Jesús
no sólo está de parte de los pobres, sino que comparte con ellos la
misma suerte. Esta es una importante lección también para sus discípulos de
todos los tiempos. Sus palabras «a los pobres los tienen siempre con ustedes»
también indican que su presencia en medio de nosotros es constante, pero que no
debe conducirnos a un acostumbramiento que se convierta en indiferencia, sino a
involucrarnos en un compartir la vida que no admite delegaciones.
(…) La
limosna es ocasional, mientras que el compartir es duradero. La primera corre
el riesgo de gratificar a quien la realiza y humillar a quien la recibe; el
segundo refuerza la solidaridad y sienta las bases necesarias para alcanzar la
justicia.
(...) En
definitiva, los creyentes, cuando quieren ver y palpar a Jesús en persona,
saben a dónde dirigirse, los pobres son sacramento de Cristo, representan su
persona y remiten a él (...)
4. (…) Seguir
a Jesús implica, en este sentido, un cambio de mentalidad, es decir, acoger el
reto de compartir y participar. Convertirnos en sus discípulos implica la
opción de no acumular tesoros en la tierra, que dan la ilusión de una seguridad
en realidad frágil y efímera.
(…) Si
no se elige convertirse en pobres de las riquezas efímeras, del poder mundano y
de la vanagloria, nunca se podrá dar la vida por amor; se vivirá una existencia
fragmentaria, llena de buenos propósitos, pero ineficaz para transformar el
mundo.
5. (…) Parece
que se está imponiendo la idea de que los pobres no sólo son responsables de su
condición, sino que constituyen una carga intolerable para un sistema económico
que pone en el centro los intereses de algunas categorías privilegiadas (…) Se
asiste así a la creación de trampas siempre nuevas de indigencia y exclusión,
producidas por actores económicos y financieros sin escrúpulos, carentes de
sentido humanitario y de responsabilidad social (...)
6. Sin
embargo, permanece abierto el interrogante, que no es obvio en absoluto: ¿cómo
es posible dar una solución tangible a los millones de pobres que a menudo sólo
encuentran indiferencia, o incluso fastidio, como respuesta? ¿Qué camino de
justicia es necesario recorrer para que se superen las desigualdades sociales y
se restablezca la dignidad humana, tantas veces pisoteada?
(…) es
decisivo dar vida a procesos de desarrollo en los que se valoren las
capacidades de todos, para que la complementariedad de las competencias y
la diversidad de las funciones den lugar a un recurso común de participación (...)
7. (…)
se requiere un enfoque diferente de la pobreza. Es un reto que los
gobiernos y las instituciones mundiales deben afrontar con un modelo social
previsor, capaz de responder a las nuevas formas de pobreza que afectan al
mundo y que marcarán las próximas décadas de forma decisiva (...)
8. «A los pobres los tienen siempre con ustedes»
(Mc 14, 7). Es una invitación a no perder nunca de vista la oportunidad
que se ofrece de hacer el bien (…) No se trata de aliviar nuestra conciencia
dando alguna limosna, sino más bien de contrastar la cultura de la indiferencia
y la injusticia con la que tratamos a los pobres (...)
9. Es
decisivo que se aumente la sensibilidad para comprender las necesidades de los
pobres, en continuo cambio como lo son las condiciones de vida (…) Debemos
estar abiertos a leer los signos de los tiempos que expresan nuevas modalidades
de cómo ser evangelizadores en el mundo contemporáneo.
(...) Deseo
que la Jornada Mundial de los Pobres, que llega a su quinta edición,
arraigue cada vez más en nuestras Iglesias locales y se abra a un movimiento de
evangelización que en primera instancia salga al encuentro de los pobres, allí
donde estén. No podemos esperar a que llamen a nuestra puerta, es urgente que
vayamos nosotros a encontrarlos.
(…) Qué
evangélico sería si pudiéramos decir con toda verdad: también nosotros somos
pobres, porque sólo así lograremos reconocerlos realmente y hacerlos parte de
nuestra vida e instrumentos de salvación.
Roma,
San Juan de Letrán, 13 de junio de 2021,
Memoria litúrgica de san Antonio de Padua.
Francisco
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